Si por algo se caracteriza la cultura aborigen canaria, es por la cantidad de mitos y leyendas que recorren sus islas. Muchas veces, toda esta mitologÃa, se diluye entre la realidad y la ficción, dando lugar a historias que se toman como ciertas. Tal es el caso de las denominadas princesas guanches, que fueron protagonistas de multitud de epopeyas que bien merece la pena recodar.
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Princesas guanches de Tenerife.
El nombre de Dácil resuena con un eco especial en la isla de Tenerife. La hija del mencey Bencomo, protagonista del poema Antigüedades de las Islas Afortunadas, del conocido literato Antonio de Viana. Pese a que sabemos a ciencia cierta que Dácil existió, la leyenda se considera ficción, aun asà permanece en el inconsciente colectivo como cierta.
Esta mujer exuberante, de pelo rubio y ojos verdes como el jade, era la máxima expresión de la belleza en la isla. Cuando los castellanos arribaron en las costas de Tenerife, ella estaba prometida al conocido como Duriman el Montañés, pero un galán capitán de caballerÃa, llamado Gonzalo del Castillo, conquistarÃa su corazón. Este fue hecho prisionero y la princesa fue la encargada de sanar sus heridas. Pronto correrÃa la voz de que habÃan hablado a solas, cosa que prohibÃa la ley guanche, por lo que también fue encarcelada.
Nombres canarios de mujer de Gran Canaria.
Pero las leyendas populares acerca de las princesas, no solo están trufadas de historias inverosÃmiles, sino que fueron, en muchas ocasiones, protagonistas, de una u otra forma, del asedio a las islas de parte de los castellanos. Guayarmina fue una delicada princesa hija del guanarteme Tenesor Semidan.
Llegó a adoptar el nombre cristiano Margarita Fernández Guanarteme, luego de contraer matrimonio con el conquistador Miguel de Trejo Carvajal. En el año 1526, Margarita, solicita una información de méritos tratando de demostrar que era hija de Tenesor Semidan, o Fernando Guanarteme, que fue el nombre que recibió en su bautismo como cristiano. Este documento se atesora como uno de los más importantes sobre la conquista de las islas.
Princesas guanches de Lanzarote.
Sin lugar a dudas, la historia más novelesca e interesante de todas las que se mencionan en la historia prehispánica de las islas, es la que concierne a la conocida como Reina Ico. Zonzamas era el amo y señor de Lanzarote cuando el intrépido marino MartÃn Ruiz de Avendaño, a las órdenes de la corona de Castilla, arribó en las costas de la isla.
Al principio los lugareños se mostraron hostiles, pero más tarde, el capitán MartÃn se presentó ante ellos en son de paz, haciendo diversas ofrendas a los aborÃgenes. Zonzomas invitó al marino español a pernoctar en su fastuosa morada de Acatife. Allà se encontraban su mujer y sus hijas.
Se rumoreaba, que de esta estancia, surgió una joven doncella llamada Ico, siendo asà hija ilegÃtima del rey. Cuando Zonzomas murió, Guanareme, su primogénito, casado con la princesa Ico, era el sucesor. Al dudar sobre la paternidad de Ico el pueblo decidió sometarla a la prueba del humo. Esta consistÃa en encerrarla en una cueva con otras tres mujeres no nobles, en ella se verterÃa un humo denso potencialmente moral, y si no perecÃa, significarÃa que era de sangre noble.
En un alarde de ingenio, su aya, le prestó una esponja que pondrÃa en su boca empapada, para evitar que el humo le causar el más mÃnimo daño. Y asà lo hizo. Ico salió airosa de aquella prueba y pudo ser coronada.
Princesas de Fuerteventura.
Esta no es una historia de palaciega, pero sà muy interesante, de como las mujeres, muchas veces en las sombras, tomaban el timón de muchos gobiernos. Los reyes de ambos reinos de Fuerteventura, Guise y Ayose, consultaban frecuentemente a una divina, que hacÃa las veces de oráculo, vislumbrado el futuro y la suerte de la isla y sus gobernantes.
Ella tenÃa una hija, llamada Tamonante, que también parecÃa haber sido provista de estas dotes adivinatorias. Cuenta la leyenda, que poco antes de que los conquistadores llegaran con el mandoble desenvainado, los reyes preguntaron a Tamonante: «¿Qué final nos espera?» A lo que ella respondÃa que muy pronto llegarÃan hombres muy fuertes sobre casas flotantes, y que la predisposición de su pueblo debÃa ser agasajarlos y no combatirlos.
Cuando la profecÃa se vio cumplida, desoyeron las palabras de la adivina, condenando asà a su población.
Princesas guanches de La Palma, La Gomera y El Hierro.
Todas las islas tienen su particular folclore, y las leyendas se narran mezclando la tradición oral, fruto de las vivencias acaecidas, y tomando prestados también algunos elementos literarios. Algunos casos reseñables son la Leyenda de Gara y Jonay, en La Gomera, o de Nisa, la princesa del Hierro, o también la leyenda de la princesa Arecida, en La Palma. Todas como centro de la cosmovisión de las tribus autóctonas que poblaban las islas antes de la llegada de los conquistadores.