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Reyes o Menceyes Guanches de Canarias | Nombres y Reinos 🇮🇨

Toda civilización necesita de órganos políticos – administrativos para erigir y salvaguardar una serie de normas que regulen la convivencia social. Las islas Canarias no fueron una excepción. Cada isla estaba organizada política y territorialmente de una forma determinada y la figura superior eran los menceyes guanches.

A continuación vamos a echar un vistazo más en profundidad a este respecto, y sobre como esta influencia determinó en buena medida la configuración territorial, las adhesiones y enfrentamientos, durante el periodo de conquista.

Menceyes guanches de Tenerife.

Tenerife, la que para muchos fue la joya de la Corona, además de la que jugó el papel más determinante en la contienda a la llegada de los españoles, se dividía en 9 menceyatos: Tacoronte, Icod, Taoro, Güímar, Anaga, Tegueste, Daute, Abona y Adeje. A su vez, estos territorios, eran gobernados desde un poder máximo, que se constituía en la figura del mencey.

Uno de los más representativos fue el mencey Pelinor, que se encargaba administrar Adeje. Existe controversia acerca de la verosimilitud de de su nombre, que muchas veces se achaca a un poema de Antonio De Viana donde se le nombre sin que esto constituya una sólida fuente historiográfica. Sea como fuere, se coronó como el máximo exponente del bando de paces, apoyando a los conquistadores y siendo regado con riquezas por su ofrecimiento.

Menceyes de Gran Canaria.

Gran Canaria era conocida por los indígenas como Tamarán, donde la autoridad fue discutida durante muchísimos años. Su equivalente a los menceys eran los conocidos como guanartemes. El territorio se dividía en 10 reinos: Telde, Aquexata, Gáldar, Agüimes, Tejeda, Agaete, Arucas, Artiacar, Artebirgo y Tamaraceite. Actualmente son fácilmente identificables porque se mantuvieron los nombres.

El rey canario Guanarteme, una de las figuras más controvertidas de la conquista, intercedió por su pueblos, y el resto de pueblos aborígenes, para tratar de frenar la masacre. Una noche fue capturado por orden de Alonso Fernández de Lugo y conducido para su audiencia con los Reyes Católicos, a los que imploró piedad. A su regreso a la isla fue visto como un traidor por su mensaje pacificador, pero la historia lo ha absuelto porque los documentos atestiguan que su única voluntad era de frenar el derramamiento de sangre.

Menceyes de Lanzarote.

Del resto de islas se conoce bien poco, pero encontramos algunas referencias históricas que nos invitan a imaginar y a conformar las piezas del puzle. Lanzarote, o Titeroygatra como la llamaban los aborígenes, en algún momento de su historia llegó a estar dividida en dos reinos, aunque a la llegada de los españoles el poder estaba centralizado en el rey de Lanzarote, conocido como Zonzamas.

Hay una leyenda, que tiene visos de poder ser cierta, que dice que cuando el marino Martín Ruiz de Avendaño quedo varado en las costas de Lanzarote, fue inmediatamente auxiliado por el pueblo, e invitado por el mismísimo rey a quedarse en su casa, e incluso a compartir lecho con su mujer, encuentro del que nacería la princesa Ico.

Menceyes de Fuerteventura.

Fuerteventura estuvo dividida en dos reinos, que fueron delimitados por un enorme muro de piedra inexpugnable. Maxorata, que comprendía la parte septentrional de la isla, y Jandía, emplazada al sur. A la llegada de los conquistadores, estaban gobernadas por Guize y Ayoze respectivamente.

Menceyes guanches de La Palma, La Gomera y El Hierro.

La Palma estuvo dividida en 11 cantones: Aceró, Tagalgen, Hiscaguan, Tagaragre, Tenagua, Adeyahamen, Tigalate, Tedote, Ahenguarame, Aridane, Tamanca y Tihuya. Todos estos territorios eran gobernados por príncipes, de los cuales, los más destacables a la llegada de los españoles fueron: Mayantigo de Aridane, Jariguo de Tigalate, y el que tal vez fuera el más conocido y del que más información disponemos; Tanausú, en la Caldera de Taburiente.

Tanausú fue la punta de lanza de la resistencia a la incursión castellana, siendo el último príncipe en someterse de La Palma. Ya se contaban historias anteriores a la conquista, que hablaban precisamente de su carácter hostil, indómito y guerrero.

La gomera, por su parte, tenía un reino único, que tomaba cuerpo en la figura de Fernando Amelahuige, mientras que en la Gomera, en tiempos de la conquista, reinaba el príncipe Armiche.

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