Toda civilización necesita de órganos polÃticos – administrativos para erigir y salvaguardar una serie de normas que regulen la convivencia social. Las islas Canarias no fueron una excepción. Cada isla estaba organizada polÃtica y territorialmente de una forma determinada y la figura superior eran los menceyes guanches.
A continuación vamos a echar un vistazo más en profundidad a este respecto, y sobre como esta influencia determinó en buena medida la configuración territorial, las adhesiones y enfrentamientos, durante el periodo de conquista.
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Menceyes guanches de Tenerife.
Tenerife, la que para muchos fue la joya de la Corona, además de la que jugó el papel más determinante en la contienda a la llegada de los españoles, se dividÃa en 9 menceyatos: Tacoronte, Icod, Taoro, GüÃmar, Anaga, Tegueste, Daute, Abona y Adeje. A su vez, estos territorios, eran gobernados desde un poder máximo, que se constituÃa en la figura del mencey.
Uno de los más representativos fue el mencey Pelinor, que se encargaba administrar Adeje. Existe controversia acerca de la verosimilitud de de su nombre, que muchas veces se achaca a un poema de Antonio De Viana donde se le nombre sin que esto constituya una sólida fuente historiográfica. Sea como fuere, se coronó como el máximo exponente del bando de paces, apoyando a los conquistadores y siendo regado con riquezas por su ofrecimiento.
Menceyes de Gran Canaria.
Gran Canaria era conocida por los indÃgenas como Tamarán, donde la autoridad fue discutida durante muchÃsimos años. Su equivalente a los menceys eran los conocidos como guanartemes. El territorio se dividÃa en 10 reinos: Telde, Aquexata, Gáldar, Agüimes, Tejeda, Agaete, Arucas, Artiacar, Artebirgo y Tamaraceite. Actualmente son fácilmente identificables porque se mantuvieron los nombres.
El rey canario Guanarteme, una de las figuras más controvertidas de la conquista, intercedió por su pueblos, y el resto de pueblos aborÃgenes, para tratar de frenar la masacre. Una noche fue capturado por orden de Alonso Fernández de Lugo y conducido para su audiencia con los Reyes Católicos, a los que imploró piedad. A su regreso a la isla fue visto como un traidor por su mensaje pacificador, pero la historia lo ha absuelto porque los documentos atestiguan que su única voluntad era de frenar el derramamiento de sangre.
Menceyes de Lanzarote.
Del resto de islas se conoce bien poco, pero encontramos algunas referencias históricas que nos invitan a imaginar y a conformar las piezas del puzle. Lanzarote, o Titeroygatra como la llamaban los aborÃgenes, en algún momento de su historia llegó a estar dividida en dos reinos, aunque a la llegada de los españoles el poder estaba centralizado en el rey de Lanzarote, conocido como Zonzamas.
Hay una leyenda, que tiene visos de poder ser cierta, que dice que cuando el marino MartÃn Ruiz de Avendaño quedo varado en las costas de Lanzarote, fue inmediatamente auxiliado por el pueblo, e invitado por el mismÃsimo rey a quedarse en su casa, e incluso a compartir lecho con su mujer, encuentro del que nacerÃa la princesa Ico.
Menceyes de Fuerteventura.
Fuerteventura estuvo dividida en dos reinos, que fueron delimitados por un enorme muro de piedra inexpugnable. Maxorata, que comprendÃa la parte septentrional de la isla, y JandÃa, emplazada al sur. A la llegada de los conquistadores, estaban gobernadas por Guize y Ayoze respectivamente.
Menceyes guanches de La Palma, La Gomera y El Hierro.
La Palma estuvo dividida en 11 cantones: Aceró, Tagalgen, Hiscaguan, Tagaragre, Tenagua, Adeyahamen, Tigalate, Tedote, Ahenguarame, Aridane, Tamanca y Tihuya. Todos estos territorios eran gobernados por prÃncipes, de los cuales, los más destacables a la llegada de los españoles fueron: Mayantigo de Aridane, Jariguo de Tigalate, y el que tal vez fuera el más conocido y del que más información disponemos; Tanausú, en la Caldera de Taburiente.
Tanausú fue la punta de lanza de la resistencia a la incursión castellana, siendo el último prÃncipe en someterse de La Palma. Ya se contaban historias anteriores a la conquista, que hablaban precisamente de su carácter hostil, indómito y guerrero.
La gomera, por su parte, tenÃa un reino único, que tomaba cuerpo en la figura de Fernando Amelahuige, mientras que en la Gomera, en tiempos de la conquista, reinaba el prÃncipe Armiche.